Las medidas de confinamiento y estas primeras fases de vuelta a la «normalidad» han maltratado especialmente al tejido social y empresarial de los autónomos y pymes, cerrando sus actividades económicas o poniéndolas en peligro de desaparición. Muchos pequeños comercios están abocados a la ayuda del Estado para su supervivencia mientras multinacionales como Amazon, Ebay, Glovo, Deliveroo, grandes cadenas de supermercados, distribuidoras, etc., han seguido y siguen incrementando sus ventas, o sus cotizaciones en bolsa. Esta pandemia nos ha afectado a todos y al mismo tiempo, pero es significativo que los que han salido ganando sean grandes compañías, negocios gigantes.

Desde CIAE (Confederación Intersectorial de Autónomos del Estado Español) y COPYME (Confederación General de las Pequeñas y Medianas Empresas del Estado Español) entendemos que en el diseño actual de su «globalización» las grandes corporaciones se aprovecharán del mercado de saldos en el que se convertirán las pymes debilitadas reforzándose las tendencias monopolísticas y concentrándose el capital, las carteras de los fondos buitre volverán a hacer su agosto en el mercado inmobiliario y financiero. En esta fase en que nos encontramos, el mercado está siendo de ellos, ganan, económicamente y abarcan más poder.

Creemos también que la realidad ha puesto en evidencia la mentira del mercado autorregulado. La crisis por el coronavirus demuestra que el mercado, tal como está estructurado, no da respuestas a las necesidades sociales y, más aún, es paradójico que muchos de los que se autoproclaman defensores del mal llamado libre mercado, y devotos de un Estado pigmeo, acaparan ayudas y rescates con fondos públicos, en competencia con las actividades económicas que son más vulnerables.

Desde CIAE y COPYME entendemos que, si no se produce un cambio en el concepto de globalización, muchos miles de pequeños negocios desaparecerán ante una monopolización de las grandes compañías. Esto producirá una proletarización de la «clase media» y lo que conocemos como sociedad de consumo se irá adaptando definitivamente al nuevo contexto que se avecina. Por esa vía, el Consumo, en mayúscula, será exclusivo de las élites adineradas que opten por experiencias presenciales más seguras, compras y restauración, por el contrario, la gran mayoría dispondrá de un consumo, con minúscula, «a granel» en internet y servido por franquicias sin alma. Los patrocinadores de este nuevo enfoque de sociedad dirán que será más fácil, y seguro, vivir confinados, prisioneros en nuestras casas, ya que todo lo traerá Glovo, Amazon o cualquier otra compañía que funcione mediante aplicaciones informáticas, y para sobrellevar esa realidad mísera, la ciudadanía dispondrá de productos audiovisuales y culturales para consumir gratis o a precios bajos. En el paisaje de las calles, en los barrios, los carteles de «se vende» llenarán los escaparates y las persianas cerradas, carteles que serán el exponente de la nueva pandemia económica.

Y sin embargo, hay un halo de optimismo a la situación actual, entendemos que el Estado cuando ejerce de servidor público, demuestra que no sólo se puede vencer a la pandemia, sino que además es posible otra lógica social. Una lógica en la que prime el interés colectivo sobre el individual, una dialéctica que priorice el bien comunitario sobre el simple interés egoísta y depredador. Una lógica que refuerce la vertebración de estructuras de Estado que proteja a los autónomos y pymes y mitigue el poder omnívoro y omnímodo de los que se han apropiado de un concepto de mercado que dista mucho de ser libre e igual para todos. Claro que es posible otro concepto de globalización, de desarrollo social y económico en un mercado libre con otras normas y valores.